
Tesla ha estado años impidiendo que sus clientes pudieran comprar sus coches eléctricos alquilados al finalizar el contrato, una práctica habitual en la industria del leasing. La razón "oficial": los necesitaban para su prometida red de robotaxis. Sin embargo, esa flota nunca se ha materializado. Ahora se sabe que, en realidad, la marca de Elon Musk los ha estado revendiendo a otros clientes con un precio inflado gracias a actualizaciones de software.
Según destapa Reuters en exclusiva, esta estrategia, aunque legal, ha dejado a muchos usuarios decepcionados y plantea dudas sobre las promesas de Tesla y la viabilidad de su tecnología de conducción autónoma. Mientras tanto, algunos compradores pagaban más por coches de segunda mano que incluían mejoras digitales que los hacían parecer más valiosos.
Una promesa fallida más de Elon Musk. Y van muchas
La historia arrancaba en 2019. Tesla estrenaba su modelo de leasing para el Model 3, pero con una cláusula inusual: los clientes no podrían quedarse con el coche al final del contrato. “No tienes la opción de comprar”, declaró Elon Musk ante sus inversores. “Los queremos de vuelta”, dijo entonces, asegurando que esos vehículos se incorporarían a una futura red de robotaxis.
Musk llegó a prometer que para 2020 “seguro, tendremos más de un millón de robotaxis en la carretera”. Nada de eso ocurrió. A pesar de repetir año tras año que la conducción totalmente autónoma estaba a la vuelta de la esquina, la red nunca se lanzó. Y los coches devueltos por los arrendatarios, en lugar de acabar prestando servicios sin conductor, fueron recibiendo actualizaciones vía OTA y vendidos a nuevos clientes.
Según ha revelado Reuters, Tesla añadía software como el Full Self-Driving (FSD), valorado en su día en 15.000 dólares (más de 13.300 euros al cambio), o la función de “acceleration boost”, que mejora la aceleración del coche por 2.000 dólares (1.700 euros). Con estas mejoras, los vehículos aumentaban su precio de reventa, una estrategia que en palabras de una fuente interna servía para “subir el precio de los usados”.
La explicación que Tesla ha repetido durante años a sus clientes fue siempre la misma: los coches alquilados formarían parte de la futura flota de robotaxis. Sin embargo, eso nunca ocurrió. A finales de noviembre de 2023, Tesla cambió discretamente de política: permitió por primera vez que los clientes pudieran comprar sus coches una vez terminado el leasing.
Para algunos usuarios, esto no ha sido suficiente. “Mentiras sobre no poder comprar mi arrendamiento”, denunció Joe Mendenhall en X (antes Twitter), tras descubrir que su Model Y fue vendido en una subasta, y no incorporado a ninguna red de robotaxis como le habían prometido. “Aplauso lento @elonmusk”.
Lo cierto es que Tesla lleva años jugando al “ahora sí, ahora no” con los robotaxis. Según el plan más reciente, sus primeros servicios de transporte autónomo comenzarán en Austin (Texas) en junio de 2025. Pero hay serias dudas sobre si la tecnología está realmente preparada.
El espejismo de los robotaxis: tecnología sin sensores y promesas sin cumplir
El sistema que Tesla llama Full Self-Driving no es conducción autónoma total. De hecho, requiere supervisión constante del conductor. Y aunque el nombre pueda sugerir otra cosa, no es más avanzado que otros asistentes a la conducción del mercado.
Peor aún, en 2021 Tesla decidió eliminar radares y sensores de proximidad de sus coches para confiar exclusivamente en cámaras y software, algo que Elon Musk justificó diciendo que “los ojos son suficientes si el cerebro que los interpreta es muy inteligente”. Sin embargo, la realidad ha demostrado lo contrario.
En un experimento reciente llevado a cabo por el ingeniero y YouTuber Mark Rober, con un Tesla Model Y con Autopilot FSD no frenó ante el muñeco de un niño en la carretera ni ante un muro, fallando en la mitad de las pruebas realizadas. En contraste, un Lexus equipado con cámaras, sensores de radar y LiDAR superó todas las pruebas. “Tus ojos pueden ser engañados, el escaneo LiDAR lo ve todo”, explicaba Rober en su análisis.
Más allá del problema con la tecnología, que Tesla haya ido manteniendo el hype acerca de sus robotaxis autónomos en parte también ha contribuido en cierto modo a inflar el valor de sus acciones, en ocasiones muy por encima de sus resultados financieros reales. Algunos fondos de inversión como Ark Invest llegaron a señalar en 2023 que los coches devueltos de leasing serían clave para arrancar el servicio de robotaxis.
En la práctica, solo se estaban revendiendo. La propia Tesla se ha beneficiado de esta imagen innovadora. Pero según datos de CarGurus, los precios de los Tesla usados han caído un 7,6 % en el último año, frente a una media del 0,8 % para el mercado general. Algunos modelos como el Cybertruck se han desplomado un 46 %.
Según declara a Reuters Joseph Yoon, analista de Edmunds, Tesla simplemente “no quería quedarse con un montón de coches usados perdiendo valor” en un mercado que ya no es tan favorable. Por eso, al levantar la prohibición de compra al finalizar el arrendamiento, lo hizo más por necesidad que por convicción.
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Imágenes | Tesla, Motorpasión