Mientras Europa catapulta sus rutas en tren, EEUU las entierra: su única solución son más autopistas

Mientras Europa catapulta sus rutas en tren, EEUU las entierra: su única solución son más autopistas
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Viajar dormido de Bruselas a Viena en un tren nocturno con copa y desayuno es una realidad cada vez más común en Europa. Mientras tanto, en EEUU, el transporte público languidece y las autopistas se multiplican.

El contraste entre Europa y EEUU en materia de transporte no puede ser más evidente. Mientras el Viejo Continente vive un renacimiento ferroviario, apostando por trenes nocturnos y líneas de alta velocidad como alternativa sostenible a los vuelos, al otro lado del Atlántico la respuesta sigue siendo la misma de siempre: más coches, más asfalto, más autopistas.

Cada vez más trenes de alta velocidad en Europa, tanto de día como de noche

Europa se ha volcado en una nueva era dorada del ferrocarril. El auge del 'flygskam' (algo así como la "vergüenza de volar" por su impacto ambiental) ha impulsado una oleada de inversiones en trenes nocturnos y alta velocidad. Países como Francia, Alemania, España o Austria compiten no solo por conectar sus principales ciudades, sino por hacerlo con eficiencia, confort y bajas emisiones.

En 2025, la Comisión Europea tiene como objetivo duplicar el tráfico ferroviario de alta velocidad para 2030. La SNCF francesa ya ha anunciado nuevas rutas, mientras que Portugal ha iniciado las obras de su línea de alta velocidad entre Oporto y Lisboa, y España mantiene casi 3.000 km de vías AVE, solo por detrás de China.

La apuesta es clara: trayectos cómodos, rápidos y sostenibles. Como señala National Geographic, “en Europa, el ferrocarril está viviendo un momento especial”. Dormir en Múnich y despertar en Venecia ya no es 'un recurso literario', es una opción real y al alcance de cada vez más ciudadanos.

Mientras tanto, en EEUU, la dependencia del automóvil sigue marcando el modelo de movilidad nacional. El coche no sólo es el medio dominante, es símbolo de libertad individual, parte del ADN estadounidense. Pero esta idea empieza a hacer aguas.

Estados Unidos: el paraíso del coche, por inercia

Alexander Bagno Iilbjytkyg0 Unsplash

Un estudio reciente publicado en abril de 2025 en Science Direct advierte: a partir de cierto umbral, depender del coche más del 50 % del tiempo se asocia con una disminución de la satisfacción vital. “Lejos de ser máquinas de ensueño libres, ahora los coches pueden representar dolores de cabeza y pesadillas”, escribe el New York Times. Estrés, atascos y aislamiento social son algunas de las consecuencias de esta cultura del volante.

Y sin embargo, la solución más común que ofrecen los responsables públicos sigue siendo la misma: más carriles, más autopistas. Renovar infraestructuras ferroviarias o ampliar redes de transporte público apenas entra en la conversación. En su lugar se apuestan miles de millones en tecnologías que son, a veces, directamente inviables.

Un ejemplo claro de esta visión errática es el proyecto de The Boring Company, la empresa de Elon Musk. Su red de túneles bajo Las Vegas, conocida como The Loop, prometía revolucionar la movilidad urbana. Hoy, funciona como un simple servicio de lanzadera para coches Tesla, con apenas capacidad para unas pocas personas por viaje.

Elon Musk y los túneles que no llevan a ninguna parte

Tesla Tunel

Además, su otra gran apuesta, el Hyperloop, fue archivada después de años sin avances reales. Este tipo de proyectos, más cercanos al espectáculo que a una solución de movilidad a gran escala, distraen recursos públicos y privados que podrían haber servido para modernizar la red ferroviaria nacional o expandir el transporte colectivo. 

El caso de Amtrak, la maltrecha operadora ferroviaria estadounidense, es sintomático: abandonada a su suerte, sin inversión ni visión estratégica. Mientras Europa redescubre el tren como el transporte del presente y del futuro, EEUU parece seguir atrapado en su pasado. 

Las consecuencias de esto no sólo son medioambientales. La falta de alternativas reales al coche está impactando en el bienestar de la población. Como recoge el estudio citado antes, promover ciudades más peatonales y conectadas, con opciones multimodales de transporte, no es un lujo: es una necesidad para la salud física y mental de los ciudadanos.

Aún hay tiempo para redirigir el rumbo: los trenes y ferrocarriles revitalizados ofrecen una alternativa para salir adelante, con beneficios sociales, climáticos y económicos. Pero hace falta voluntad política, visión a largo plazo y dejar de confundir innovación con exclusividad.

Imágenes | Unsplash, Tesla

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