
Donald Trump, que durante su campaña presidencial hablaba de ser el único capaz de terminar las guerras en curso y presumía de sus intenciones no belicistas, acaba de liarla otra vez con una decisión unilateral e inesperada: bombardear tres instalaciones nucleares de Irán en un acto de apoyo incondicional a Israel.
La operación, descrita como "gran éxito militar" por Trump, ha provocado entre muchas otras cosas que Irán estudie seriamente bloquear el Estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20 % del petróleo mundial. A estas horas los futuros del petróleo han subido a su nivel más alto desde enero, lo que significa, entre muchas otras cosas, que pagaremos más por llenar el depósito.
Los datos clave: Europa está en problemas porque depende energéticamente de Oriente Medio
Irán ha asegurado que el cierre del Estrecho de Ormuz "está siendo considerado": "Tenemos las manos abiertas cuando se trata de castigar al enemigo, y la respuesta militar fue sólo una parte de nuestra respuesta global", ha dicho el comandante de la Guardia Revolucionaria iraní, Sardar Esmail Kowsari. Para ponernos en contexto, estas son las tres claves del conflicto en materia energética:
- Irán es el tercer mayor productor de la OPEP.
- Por el Estrecho de Ormuz pasa el 20 % del petróleo del mundo y una gran parte de gas natural. Se sitúa entre Irán y Omán y tiene apenas 35 kilómetros de ancho en su punto más estrecho, lo que lo convierte en una frágil e importante arteria.
- Europa importa petróleo y Gas Natural Licuado de los países del Golfo (Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos), gran parte del cual atraviesa el Estrecho. Si bien existen rutas alternativas de oleoductos para salir de la región, aún habrá un volumen de crudo que no podrá exportarse en su totalidad si el Estrecho de Ormuz se vuelve inaccesible.
Esto significa que los transportistas se mantendrán cada vez más alejados de la región y desde Euronews apuntan a que más allá del petróleo, el Estrecho es una ruta clave para el transporte marítimo mundial: las perturbaciones podrían retrasar las importaciones europeas de materias primas, productos electrónicos y bienes de consumo, afectando a las cadenas de suministro. Lo que implica que pagaremos más por lo que compremos, ya que las primas de los seguros de transporte marítimo podrían dispararse, elevando los costes para las empresas y los consumidores europeos.
Ante la incertidumbre, un mercado tan volátil como el del crudo no ha tardado en reflejar la situación. Poco después de que Trump anunciara la destrucción de las principales instalaciones nucleares de Irán las bolsas comenzaron a responder. Los futuros del crudo Brent subieron un 0,93%, a 77,73 dólares por barril. El crudo estadounidense West Texas Intermediate avanzó un 0,96%, a 74,55 dólares.
"La actual escalada geopolítica proporciona el catalizador fundamental para que los precios sigan subiendo y potencialmente se eleven hacia los 100 dólares, con 120 dólares por barril pareciendo cada vez más plausible", avisa Sugandha Sachdeva, fundadora de la firma de investigación SS WealthStreet en declaraciones recogidas por Reuters. Y podría alcanzar los 130 dólares por barril en el peor de los casos, según JPMorgan.
Goldman Sachs asume que no habrá interrupciones significativas en el suministro de petróleo y gas natural, y habla de incentivos globales para tratar de prevenir una interrupción sostenida y muy grande. Pero hay que tener en cuenta que este conflicto solo puede escalar, y que Irán responderá al ataque de EEUU. De hecho ya ha bombardeado Jerusalén.
Ante la vulnerabilidad europea en materia energética, Occidente está pidiendo la desescalada del conflicto y aseguran que se acelerarán las negociaciones con Irán para "salir de la guerra y evitar peligros más graves".
¿Vamos a pagar más por llenar el depósito?
En este conflicto, es inevitable pensar que nos vamos a ver afectados. Vivimos en un mundo global en el que si hay sequía en Taiwán nos quedamos sin dispositivos electrónicos en todo el mundo, y Europa depende de muchos países en términos de seguridad energética. También España, pero no tanto de Oriente Medio.
Y es que España importa cada vez más crudo estadounidense. El año pasado, importó más de 35.000 millones de euros en petróleo crudo, y vino principalmente de EEUU (en la primera mitad de 2024 importó una cantidad récord), también de Nigeria, Brasil, México y Libia. También Venezuela.
Los 180.000 barriles diarios que compra España cada día a EEUU contrastan con los que compramos a Oriente Medio: hoy en día solo se compra a dos países, que son Arabia Saudí (1,9 millones de toneladas en el primer semestre) e Irak (853.000 toneladas). La principal pregunta que nos hacemos es si España depende del crudo iraní, y la respuesta es no. España lleva sin importar su petróleo desde 2018, cuando compró una pequeña cantidad.
¿Significa esto que no vamos a notar el conflicto en nuestro bolsillo? La respuesta es no. Como hemos apuntado, vivimos en un mundo global en el que cualquier cambio en el tablero de las relaciones internacionales hace que nuestras fichas se tambaleen.
Aquí entran en juego el llamado efecto cohete y efecto pluma, que explica las asimetrías de precios minoristas ante cambios en los costes de cotización del barril de crudo, o por qué el consumidor apenas nota las bajadas de la materia prima (o lo hace muy lentamente) pero sí las subidas y de forma inmediata.
Desde el día 15 de junio estamos viendo cómo todos los carburantes han subido de precio, a pesar de que el crudo no lo ha hecho en la misma medida. Lo más seguro es que sigan subiendo porque seguiremos consumiendo petróleo a pesar del conflicto. Además, estamos a las puertas de las vacaciones de verano.